Nódulo en tiroides... ¡mucho cuidado!
Los nódulos en tiroides es muy frecuente. Más de lo que nos imaginamos. Alrededor de la mitad de la población tienen por lo menos un nódulo tiroideo. Ahora, de esta población afectada, aproximadamente 7 de cada 100 personas tiene un nódulo maligno.
En Estados unidos alrededor de 25,000 casos nuevos de cáncer de tiroides se detectan. La detección de nódulos con sospecha de malignidad ha sido una tarea ardua en medicina; ya que, su detección temprana tiene muy buen pronóstico.
Es por eso, que hoy en día, los cirujanos, endocrinólogos y radiólogos, han desarrollado protocolos que ayuden a poder identificar estos nódulos que podrían ser sospechosos de un cáncer. El examinar el cuello mediante la palpación no puede confirmar, por el hecho de tener un cuello grueso, palparse la zona de la tiroides o algún otro cambios, que pueda padecer de esta enfermedad.
En la última década se ha mejorado el diagnóstico increíblemente, permitiendo el diagnóstico temprano de un cáncer. Los radiólogos utilizan el Ultrasonido o la Ecografía como herramienta básica para controlar en el tiempo y poder clasificarlos como benigno, sospechoso o altamente sospechoso de cáncer. Se usan signos por imágenes que, la suma de los mismos van dando un mayor aporte con que tipo de nódulo se enfrenta. Entre ellos están:
Microcalcificaciones (puntiformes o gruesas)
Tamaño (al momento o en el transcurso del tiempo cuanto ha crecido)
Forma (ovalado, redondo o irregular)
Bordes del nódulo (lisos, lobulados, mal definidos o irregulares)
Vascularidad (bastante, poco o nada vascularizado)
La ecogenicidad (en la escala de grises, si es mas blanco o se acerca al negro)
Composición (solido, líquido o mixto)
Presencia de ganglios en el cuello
Hay otros signos, pero, estos son los que más se evalúan.
Una vez que el radiólogo ha definido todas las características, se usa una clasificación internación que permite determinar los siguientes pasos a seguir. Si existe sospecha o alta sospecha, el paso a seguir es la confirmación final a través de una biopsia aspiración con aguja fina o B.A.A.F. El procedimiento se realiza bajo la guía del ultrasonido introduciendo una aguja en el nódulo a estudiar del cual se aspira y se toma una muestra para ser enviado al patólogo. Este último, es el que define si se confirma o no la presencia de un cáncer.
El médico tratante, una vez confirmado, definirá la conducta final y la evaluación laboratorial.
Es importante que la detección sea temprana. Los pacientes con historia de bocio (tiroides aumentada), familiar o que se les haya encontrado nódulos, deben estar en control con su médico de cabecera. Si hay sospecha en cualquiera de estos aspectos, es recomendable la visita al médico y la evaluación del radiólogo. Así, permitirá que se el diagnóstico temprano sea posible y que su tratamiento sea definitivo y positivo.